domingo, 8 de marzo de 2015


UN HALLOWEEN DIFERENTE


Vuelvo a aclarar, soy la misma autora de este fanfic que se encuentra en "Mundo Yaoi", por cualquier cosa.

 *-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-**-*

Me encontraba a la última clase, historia, era treinta y uno de Octubre, ¡Que fastidio! Solo faltaban cinco minutos para salir y me sentía ansioso porque acabara, por fin, aquel martirio.

Me recosté sobre mis brazos en mi pupitre, realmente hoy era un día aburrido, y eso que era Halloween.

¿Qué si tengo planes? Normalmente me quedaría en mi casa como todos los treinta y uno de octubre; pero hoy no, aunque yo no quisiera ir a ninguna parte, Esteban me obligará a ir a una fiesta de disfraces.

Se escuchó el timbre que indicaba la salida; me incorporé, con un poco más de energía, guardé mis cosas en mi mochila, la tomé junto con mi chamarra y salí del salón yéndome de la escuela.

Me paré en la esquina del colegio listo para irme.

– ¡Andrew! –Una voz me llamó por detrás de mí. Era Esteban, pasó su brazo por mis hombros dándome un abrazo sonriendo –. ¿Si vas a ir verdad?

– Seh – dije, sin mucho ánimo, pues ya quería irme.

– Termina muy tarde. ¿Qué te parece si te quedas a dormir en mi casa cuando la fiesta termine? – se separó, aún, sonriendo.

– sí, está bien, bueno… Nos vemos.

Fui a mi casa a prepararme para la fiesta de disfraces.

¿Qué podría ponerme? No tenía nada, ni un solo disfraz; además, no tenía que ser un buen disfraz, con una cosa rápida de poner y quitar sería suficiente… Como una máscara.

Eran las siete de la noche, faltaba una hora para que la fiesta comenzara, subí a mi cuarto, fui al ropero y de ahí saqué una máscara de Jeff the Killer. La agarré yéndome a la sala para ver la televisión en lo que daban las ocho.

Cuando faltaban cinco minutos para las ocho tocaron a mi puerta. Fui a abrir. Era Esteban vestido de vampiro. Sonrió, me abrazó y mordió mi cuello.

– ¡Hey! – Lo separé algo rojo agarrándome el lugar donde mordió – ¿Qué te pasa?

– ¿Por qué no estás disfrazado? – me preguntó entrando a mi casa evadiendo mi pregunta.

– En el sillón está mi máscara – cerré la puerta mirando a Esteban con los brazos cruzados.

– ¿Qué tengo? – Sonrió yendo a la sala sentándose en el sillón y tomando la máscara – ¿En serio?

– ¿Qué tiene? No me iba a disfrazar – sonreí apuntándole el disfraz de vampiro y su maquillaje –, como tu… comprenderás… – Antes de que me respondiera algo, lo interrumpí –-. ¿Y qué haces aquí?

– Vine a recogerte.

Nos entretuvimos un rato jugando videojuegos hasta que decidimos salir a la fiesta de una vez.

Al llegar me saludó Rayder, un amigo de la prepa, le dije a Esteban que me esperará. Me fui con Rayder; en toda la fiesta no vi de nuevo a Esteban hasta que dieron las once y me tomó del brazo diciendo que era hora de irnos; ni siquiera me dio tiempo de despedirme de Rayder.
No dije una palabra en todo el camino. Llegamos a su casa nos subimos a su cuarto.

Me quité la máscara y la sudadera. Esteban se había ido al baño, cuando regresó solo traía su bóxer. Era de color azul… ¡No es que me importara demasiado que llevaba! … Solo no pude evitar no mirar… Sentí mi cara arde así que aparte la mirada.
Esteban se acostó en su cama dándome la espalda. Me acosté a su lado, no dije nada, hasta que me harte del silencio, me volteé mirando su espalda.

– ¿Qué tienes? – Le pregunté agarrándole el hombro, el cual quitó al instante.

–Nada, ¿Por qué no mejor te vas con Rayder?

– ¿Qué? ¿De qué hablas? – Tomé si hombro de nuevo sacudiéndolo – Cuando te hablo mírame – Esteban se volteó molesto, mirándome.

– ¿Quieres saberlo? – Yo asentí sin entender – Bien… – Se colocó sobre mi sosteniendo mis muñecas a cada costado de mi cabeza –. Es porque me siento celoso que estés con alguien que no soy yo…

No podía creerlo. Mi mejor amigo… ¿Se me estaba declarando? No, no, debe ser que se enojo porque sintió que lo ignoré por Rayder, sí, por eso se puso celoso… No es porque yo le guste.

Estuve un rato sin contestarle. La verdad me encontraba en shock. No sabía a qué se refería con los “celos”. Me solté de su agarré incorporándome sobre los codos; nuestros rostros quedaron a centímetros.

Podría sentir su respiración en mis labios, podía percibir el aroma de su aliento… Y entonces… Sucedió… Sentí sus labios chocando contra los míos. Sentí un escalofrió recorriendo mi cuerpo. Sus manos tomaron mis mejillas uniéndome más al beso.

Nuestras bocas se movían en un compás indescriptible, como si fuéramos hechos el uno para el otro.

Nos separamos hasta que el oxigeno se hizo presente. Los dos nos miramos con una sonrisa.

– Me gustas – susurró sobre mis labios dándome un casto beso en ellos separándose aún con la sonrisa –. Siempre me has gustado… Andrew

Abrí la boca para contestar a su confesión pero se abrió la puerta de golpe quitándome el aliento.

Los dos miramos hacia la puerta algo confundidos; Esteban pareció no darle importancia pues me dio otro beso bajando a mi cuello. Lo separé sonrojado.

– ¿Qué pasa? – me preguntó algo confundido. Luego sonrió – ¿Te dio miedo eso? Tal vez no cerré bien la puerta.

Esteban se levantó de la cama, prendió la luz y fue a cerrar la puerta. Al momento de oírse el portazo las luces se apagaron. Se escuchó como Esteban intentaba prenderlas de nuevo.

– ¡Maldición! ¡Se fundió! – Esteban volvió a meterse a la cama, a pesar de la oscuridad podía distinguir la sonrisa pícara que tenía –. ¿En qué estábamos?... Ah sí… – susurró en mi oído dándome una mordida en el lóbulo de la oreja.

Esteban, volvió a colocarse sobre mí, me dio un ligero beso. Sonreí acariciando le el cabello, era el momento más hermoso para mi... Pero el momento se terminó al escucharse algo caerse en la sala.

Pareció que a Esteban no lo importo pues volvió a besarme yo esquive el beso el suspiró pesadamente le había enojado mi acción.

– ¿Ahora qué? – Se levantó de la cama –. Tal vez fue el gato… O el perro.

-Pero… Esteban, tú no tienes animales – Me senté en la cama con los bazos cruzados.

– ¿Quieres que vaya a ver? Bien, voy a ir ver.

Salió de la habitación bastante molesto.

Yo nunca había sentido miedo, en mi vida me había asustado como me asusté en este momento. ¿Te ha pasado? Cuando algo sin importancia, da miedo, siento escalofríos por todo mi cuerpo.

Amo leer creepypastas, son historias de horror, pueden ser anécdotas, rituales o episodios perdidos.

Por eso es muy difícil que me asuste o sienta miedo. Vivo escuchando creepys, algo como eso no podría asustarme. Mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. Pude ver mejor la habitación de Esteban, su cama se encontraba pegada a la pared de la izquierda, en la derecha estaba la ventana, había un ropero en la pared de enfrente al lado de la puerta.

Lo que más me causaba escalofríos era aquella oscuridad, aunque me había acostumbrado a ella era bastante aterrador estar de esa manera. La puerta se cerró de golpe.

Asustado, me acurruqué de manera fetal abrazando mis piernas, cerré los ojos con fuerza, después de unos minutos escuché como la puerta se abrió de manera menos brusca que las otras veces, escuché, también, el “click” respectivo del interruptor de luz; a través de mis parpados pude distinguir la tenue luz que alumbrara la habitación.

Supuse que Esteban ya había vuelto, se dio cuenta que la luz había regresado y regresó al cuarto a prenderla.

Al abrir los ojos no se encontraba conmigo nadie. Estaba solo en la habitación de Esteban. Pero la luz estaba encendida y la puerta abierta de par en par.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo, estaba solo, en aquella habitación, la puerta se había abierto… Y la luz se había prendido.

Me volví a poner en posición fetal pero, ahora, me tapé con la cobija hasta la cabeza. Estaba muriéndome de miedo, podía oír mi corazón palpitar, podía oír mi respiración agitada.

Hacía demasiado frio y aún así estaba sudando a causa del pánico. Comencé a escuchar el llanto de una mujer al lado de mí. No quería… No, NO DEBÍA voltear. Apreté los ojos con fuerza, luchando contra mi impulso de estupidez, para no destaparme y voltear.

El llanto se hacía cada vez, más fuerte, más desgarrador, como si estuviera gritándome en el oído. Me destapé y giré rápidamente, como si mi vida dependiera de ello. Entonces… Nada, no había nada. El silencio reino de nuevo.

No podía estar más en aquella habitación, no quería estar más allí. Me levanté de la cama listo para ir en busca de Esteban cuando comencé a escuchar pasos dirigirse al cuarto.

– ¿E…? ¿Esteban…? – Estaba temblando tanto que mi voz casi no salía.

Nadie respondió, asustado, cerré la puerta con seguro apagando la luz, agarré un bate de béisbol el cual se encontraba al lado de la cama.
¿Por qué se encontraba allí? No lo sé, Esteban siempre fue algo extraño, dormía con un bate por si asaltaban su casa, ya que sus padres siempre salían dejándolo solo todos los días.

Vi una luz proveniente del pasillo, frente a la puerta vi una sombra. La perilla se gritó lentamente. Levanté el bate listo para golpear a quien fuera que estuviese detrás de la puerta. De pronto, se abrió de golpe…

Nada, no había nada ni nadie detrás de ella.

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas a causa del miedo y el pánico invadiendo mi cuerpo.

Escuché gritar a Esteban. Corrí hacía donde venía el grito. La sala.

Todo estaba oscuro, no podía ver nada, pero no me importó, puse el bate en forma de defensa por si algo fuera a salir de aquella negrura.
Caminé, aún, temblando y con las lágrimas al borde, hasta chocar con algo en el piso, lo palpé. Era un… ¿cadáver?... No, podía sentirse respiración. Lo sacudí, soltó un gruñido. Era Esteban.

Asustado, fui al interruptor de la luz, al prenderlo fui hacia Esteban con pánico.

– ¿Estás bien? – Me hinqué colocando su cabeza en mi regazo –. ¿Esteban? – Él abrió la boca, como si quisiera decirme algo, pero en lugar de palabras solo tragó saliva y un dimito aullido de dolor salió de su boca –. ¿Qué pasa?

– Debiste… Tú Debiste… – Tomó un poco de aire dificultosamente –. ¡Debiste ver tu cara! – Esteban comenzó a reír a carcajadas.
Molesto, me levanté, dejando caer su cabeza al suelo.

– ¡Auch! – se sobó la cabeza levantándose –. ¿Qué te pasa?

– ¡Eres un imbécil! – Comencé a llorar. No pude aguantar más. Era demasiada frustración la que había vivido y ahora resultó que era una maldita broma lo que había pasado –. ¿Todo fue planeado, entonces? – Dije recordando lo que había pasado antes de la broma. Esteban parecía sorprendido por mi llanto.

– Asustarte era el plan… – Dijo abrazando mi cintura depositando un cálido beso en mi frente –. Lo que paso antes no lo fue… Pero me alegro de que haya sucedido, ¿sabes?

– Idiota… – Esteban besó mis ojos quitándome las lágrimas.

–Vamos a dormir – Sonrió –. Feliz Halloween, pequeño.

FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario