domingo, 8 de marzo de 2015

¿Es un sueño?


Ya han pasado dos años desde la muerte de Tadashi, desde que conocí a Baymax, desde aquella aventura que tuve con mis nuevos y ahora mejores amigos. Todos los días, cuando hay oportunidad, nos encargamos de algunos “villanos”; pero hoy fue un día normal y aburrido, fui a la universidad e hice algunos experimentos para desarrollar mejor nuestros “poderes”, no, corrijo, para mejorar nuestros trajes de “súper héroes” como dice Fred.

Ya casi se acaba el día. Tía Cass está atendiendo su café, y yo me encuentro en mi cuarto (el que antes compartía con Tadashi). Las lágrimas humedecieron mis ojos y sentí el abrazo de un enorme malvavisco.

-Baymax-dije con un pequeño toque de gracia y fastidio-. Estoy bien.

-Ya, ya-dijo con su respectiva voz robótica y dándome unas cuantas palmaditas en la cabeza.

-No me debes abrazar cada que salen algunas lágrimas, solo recuerdo a Tadashi, ¿Cuántas veces te lo he repetido?-giré los ojos con diversión.

-Tadashi está aquí.

-Lo sé-una sonrisa de agradecimiento apareció en mi rostro al escuchas esas palabras.

Quería ir un rato a visitar la tumba de Tadashi, pero es de esas cosas que uno quiere hacerlo solo, el problema era que Baymax, como era mi “asistente médico personal” debía cuidarme; para poder hacer que Baymax me dejara ir solo dije las palabras que lo desactivan: “Estoy satisfecho con mi cuidado”.

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Acaricié la lápida dulcemente recordando todos los momentos que había tenido con él, casi podía escuchar su voz de verdad, podía sentirlo… ¡Verlo!

Lágrimas silenciosas salieron de mis ojos. Jamás encontramos su cuerpo entre tantos escombros, pero aun así, era como si en verdad estuviera sepultado ahí. Como si estuviera presente.

Al pasar unas horas regresé a la casa en silencio, ya no había nadie en el café; tía Cass estaba dormida y Baymax desactivado. Podía disfrutar un poco del silencio… Pero si Tadashi estuviera aquí… Sé que no habría tanto silencio… Tal vez estaría esperándome como un padre regañón o quizá estaría viendo la televisión solo para ver que regresara sano y salvo. Claro, Tía Cass también se preocupaba pero al salir todos los días para ver la tumba de Tadashi se había vuelto costumbre, tanto para ella como para mí, por lo que había dejado de preocuparse tanto, desgraciadamente Baymax aún no se acostumbrara a mis salidas.

Intenté acostarme en mi cama sin hacer mucho ruido pero tal parecía que mi pie no tenía el mismo plan que yo pues al pasar al lado del escritorio, que se encontraba a un costado de mi cama, mi dedo meñique chocó contra la esquina de éste. Solté un grito, pequeño, nada audible para un humano, excepto para Baymax quien se activó al instante.

-Hola, soy Baymax, tú asistente médico personal-dijo su misma frase repetitiva cuando escucha un “auch”-. En una escala del uno al diez ¿Cómo calificarías tú dolor?-una pantalla con la escala del uno al diez representado con caras de feliz a triste apareció en su pecho.

-Cero, Baymax-me senté en la cama sobando un poco mi dedo meñique que había sido golpeado-. Estoy satis…-Baymax me interrumpió.
-Recibiste un correo de voz.

Había mejorado a Baymax un poco, una de las tantas mejoras que le hice fue programarlo para recibir mensajes, tanto del teléfono locas como celulares. Eso lo hacía un mejor asistente médico a mi parecer.

-¿Lo podemos hablar mañana?-Ir a la tumba de Tadashi era un poco agotador… Recordar que él ya no se encontraba en carne y hueso conmigo… Era bastante entristecedor…-Tengo mucho sueño, Baymax-me metí a las cobijas y mis ojos comenzaron a cerrarse.

-Pero debemos hablarlo ahora, es importante-dijo, pude escuchar el respectivo sonido de hule cuando Baymax se mueve-. No puede esperar.
Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de que el sueño me venciera por completo.

En cuanto abrí los ojos a la mañana siguiente noté a Baymax parado justamente frente a mí, por poco me caigo de la cama debido al susto.

-Por poco me da un infarto, Baymax…

-¿Una expresión?-preguntó a pesar de llevar ya dos años conmigo aún le costaba entender un poco las expresiones que tenían los humanos.

-Sí, una expresión, lo sabes.

-Necesitamos hablar sobre la llamada que recibiste ayer en la noche

-¿Por qué es tan importante?-tallé un poco mis ojos para despertarme.

-Es de un hospital que no se encuentra muy cercano de aquí, pero tampoco se encuentra muy lejos, de hecho podrías llegar en un tiempo aproximado de…

-Baymax-le interrumpí un poco somnoliento y con una sonrisa-, el mensaje, reprodúcelo, por favor.

Una pantalla con el dibujo de un teléfono apareció en su pecho y comenzó a reproducirse un mensaje de voz.

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No podía creer lo que estaba haciendo. Corrí a ponerle el traje a Baymax, mientras lo hacía le explicaba con prisa que debía dejarme solo en cuanto llegásemos al lugar, me puse mi traje y volamos hacía el hospital. Al llegar me quité rápidamente mi traje, no me importaba, lo dejaba tirado mientras corría hacia la entrada del hospital. Lo único que quería hacer era llegar corriendo para corroborar que lo que decía el mensaje era cierto.

En la recepción llegué casi sin aire. Comencé a tratar de recuperar el aire.

-¿En qué puedo ayudarle?-sonrió la señorita. Inhalé una gran bocanada de aire.

-Tadashi Hamada, busco a Tadashi Hamada.

La señorita me guio hacia un cuarto del hospital con el número “68H”. Me encontraba temblando, mi corazón latía con tanta fuerza que prácticamente dolía en cada latido que daba, pase saliva. Estaba ahí, frente a la puerta del hospital dónde, probablemente, se encontraba mi hermano. ¿Cómo podía ser esto posible? Miré de nuevo el número de la habitación. Miré la manija de la puerta. Respiré profundamente. Contaría hasta 3… Debía bajar mis expectativas… Había muchas posibilidades que hubiera otro Tadashi Hamada en el mundo…

1…

Tomé la manija de la puerta, la manija estaba fría, no había notado lo caliente que se encontraba mi cuerpo a causa de los sentimientos que tenía. La excitación y emoción que me invadían.

2…

Abrí la puerta de la habitación del hospital. Podía escuchar mi corazón palpitar. Solo podía escuchar eso. A mi corazón, mis esperanzas.

3…

Entre completamente al cuarto y noté a Tadashi tendido en la cama del hospital, me miró con una sonrisa un poco apagada, las lágrimas salieron como si fueran ríos de mis ojos… ¿O de sus ojos?.. Tal vez de los dos… No lo notaba… Tal vez llorábamos los dos…

Recordé el mensaje de voz. Una doctora decía que un muchacho de unos veinte tantos años había llegado moribundo pidiendo ayuda, desgraciadamente había caído en coma. No tenían con qué ni cómo identificarlo. De eso ya habían pasado dos años, traía quemaduras graves. Al despertar había gritado mi nombre, Hiro, pidió que me llamaran, que me quería ver. ¡Y yo por supuesto que iba a cumplir aquel deseo pues yo también quería verlo a él! ¡A Tadashi!

Corrí a abrazarlo, pero, sin querer, por haberme llevado por la emoción del momento lo hice muy bruscamente.

-Cuidado, Hiro, aún estoy algo lesionado-hizo un intento de risa pero comenzó a toser.

-Lo siento-me limpié la nariz con la manga de mi playera-. Pensé que jamás te volvería a ver…

-Aquí estoy bebé-volvió a reír acariciando mi cabeza-. Quiero volver a casa y que me cuentes todo lo que has vivido estos años…-tomó mi mano sonriendo-pero antes... Acércate-susurró.

Me acerqué lentamente hacia él. Antes de que pudiera reaccionar sentí como sus labios se posaran sobre los míos.

Por fin junto a él… Junto a Tadashi… Parecía un sueño…

FIN

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